3 mar 2012

Fin de semana en Jo’burg

musica africanaEl lunes nos trajo a la reserva media docena de nuevos voluntarios, de esos que pagan mil y pico dólares por estar una semana cerca de los animales esperando que llegue el fin del mundo y propiciando que los rangers puedan tomarse un respiro. Sam, Luigi y yo decidimos fugarnos a Johannesburgo a pasar el finde y quitarnos de encima el polvo del matorral.

Mis dos compañeros de escapada son excelentes personas, de las que se hacen querer, aunque muy distintas. Luigi, italiano, impulsivo, vehemente y apasionado, como corresponde. Tiene un problema: en cuanto sus sensores localizan una hembra fuckable, como dice él, toda la sangre se le acumula en el sistema endocrino y necesita tratamiento urgente a base de paños fríos –cubitos de hielo a veces– para volverle a la realidad.

normal_paso_2Sam es australiano, un tipo mucho más tranquilo, sereno y reflexivo. Está en la reserva estudiando –que ya son ganas– la vida y milagros de una araña endémica sudafricana, venenosa, llamada “Sicarius”, un nombre un tanto sensacionalista que proviene del latín y significa exactamente “asesino”.

En esta ficha de dominó –una parte blanca y otra negra– que es Johannesburgo, nos alojamos en el Reef Hotel, viejo conocido de otros fines de semana, donde somos siempre bien recibidos como corresponde a quienes abonan su cuenta sin discutir ningún cargo, aunque alguno resulte manifiestamente dudoso.

El Reef está situado en el Central Business Distric, un barrio clasificado entre los peligrosos donde, hasta la noche de autos, no habíamos tenido nunca ningún problema saliendo a cenar al Gramadoelas o al Moyo –que en swahili significa “corazón”– o a tomar unos tragos en el Cool Runnings, un café de tórrido exotismo y decoración colorista. De allí volvíamos los tres riéndonos con las ocurrencias de Luigi sobre lo que haría en la cama con un par de negritas a las que no les quitó el ojo de encima en toda la noche, ligeramente achispados tras generosas libaciones de amarula, un licor cabezón –spirit of Africa– que entra muy bien hasta que empiezas a ver el mundo borroso y como desvanecido.

3064517037_a492ed26d0 (1)Estábamos ya muy cerca del hotel cuando, entre los ruidos de cualquier ciudad en una noche de sábado, escuchamos un leve silbido, apenas un suspiro en el extremo de la calle. Luego otro, como una respuesta, en el extremo opuesto y, casi al mismo tiempo, una docena de negros acercándose en dos grupos facinerosos que vienen a paso ligero al encuentro de tres borrachines blancos. Todavía no sé qué está pasando hasta que veo doce cuchillos –quizá más, quizá menos– brillando al aire fresco de la noche austral.

Luigi sale corriendo como alma que lleva el diablo: “que les den por culo a mis colegas, que antes es mi pellejo” supuse que pensaría, mientras a Sam y a mí, con cara de pasmados, nos desvalijan de los relojes y los pocos rands que nos quedan en efectivo. Las tarjetas de crédito, pasaportes y propiedades de algún valor están a buen recaudo –necesaria cautela– en la caja de la habitación.

Luigi consigue alcanzar el hotel para pedir ayuda y, en cuestión de segundos, la seguridad del Reef interviene portando armas de fuego que disuaden de inmediato a los bandidos. Uno de ellos me sacude un puñetazo de despedida en una ceja y mis gafas, partidas en dos, saltan por el suelo con un desagradable tilín tilín. El golpe me produce una herida pequeña, aunque suficiente para que, con su cicatriz, pueda presumir yo en el futuro, ante y entre mis amistades, de la noche que me asaltaron en Johannesburgo.

Lo que dan de sí un par de silbidos.

 


IMÁGENES: Arriba, músicos africanos en una original interpretación pictórica. Centro, araña “sicarius”. Abajo, Johannesburgo de noche, con el Carlton en primer plano. Durante casi 40 años, la torre Carlton (222m) fue el edificio de mayor altura en África.

9 comentarios:

JM dijo...

Vaya con Jo'burg! Caballero español, que tienes demasiadas "guts" y claro, luego pasa lo que pasa. Me alegro de que todo quedara en una (relativa)batallita para contar a los biznietos!! Un fuerte abrazo desde el País Vasco

Pascale Lora dijo...

Divertida la historia... por lo menos en su principio.... llegando al final, ya menos. Espero que haya sido un susto mas que otra cosa y que la cicatriz se vaya llevada por el soplo de un silbido.

Un abrazo y cuidate mucho.

Ignacio dijo...

Jóder con el Luigi, con razón todos los soldados italianos son heridos en la espalda. Una canallada la desventaja numérica, pero al menos puedes contarlo. UN abrazo.

Oscar dijo...

La proxima vez te mando unas boleadoras argentinas, aqui los paisanos gauchos le dan "por culo2 a varios de esos guarros
Oscar

Gisela dijo...

Leí tu cuaderno. Cuidate mucho, aunque te tomastes el asalto como una aventura más, tu vida corrió peligro.

Juan (Zgza) dijo...

¡Qué perra es la vida! En cualquier esquina te espera la parca. Y, en lo que dura un silbido, terminan todas las glorias mundanas.
Cuídate Félix.

Ramón dijo...

Me alegro de que al final la cosa quedara en nada... o en solo las gafas rotas.
Ramón (tu colega de profesión)

Laura Santander dijo...

Barbaridad, Félix!!! A Dios gracias que no fue más que un susto y ahora una buena historia para contar!!!

Laura dijo...

Dios mío. A cada berenjenal (palabra que vos me enseñaste) que vas a meterte.