26 may 2012

Nelson, mutu-mutu y argonautas

Nelson es un buen tipo. A nice guy o mejor 'n goeie ou, como dirían por aquí en afrikáans. No me refiero a Nelson Mandela, que ya no es tan guy, sino a un joven zulú, negro como un zulú, que ha sabido ganarse el respeto de la gente de la reserva por su simpatía, amabilidad, excelente humor, cordura, honradez –atributo muy apreciado por lo escaso– y un sentido común propio de la gente con inteligencia singular y práctica.

28463011Se ocupa de que no falte combustible para los vehículos y para el generador de corriente ni gas para la cocina. No necesita ninguna hoja de cálculo para llevar un control exhaustivo y riguroso. Le alcanza con un simple bloc de papel cuadriculado y medio lapicero amarillo. Las tapas de su cuaderno lucen un pringue aceitoso –problema de alimentarse con sardinas de lata– y el lapicero made in China hace tiempo que perdió su color original. Dicen que la goma del extremo superior se la comió entre pan y pan, con las sardinas.

El caso es que Nelson siempre tiene una respuesta para los pequeños problemas de cada día. Sabe cómo aliviar una amebiasis o entablillar una pierna rota –humana o animal– o cómo preparar un ungüento para el dolor de riñones. No dudé en acudir a él cuando me picó en el brazo derecho un mutu-mutu, bichejo de mala traza cuya hembra se dedica a perforar los cocos de aceite para poner sus huevos, y a joder al personal. Como curiosidad, dejo constancia de que, en algunas lenguas africanas, los nombres con fonemas duplicados anuncian cierto peligro o incomodidad. Véase la mosca tse-tse, que transmite la enfermedad del sueño, o la salsa pili-pili y el ají tua-tua, picantes hasta las lágrimas, o el ika-ika, para echar mal de ojo.

picudoCiertamente, Nelson tenía un remedio más moderno que ancestral consistente en aplicar sobre la zona de la picadura –del tamaño de una lenteja grandecita– una emulsión de lejía y agua, fifty-fifty, advirtiéndome de que la rojez de la piel se extendería al principio para desaparecer totalmente en unos seis o siete días. Iniciado el tratamiento, mi epidermis tipo “blanquito de mierda” no resistió aquello, y a los tres días llevaba en el brazo una quemadura más que considerable. No tan grave como para impedir que me fuera de vacaciones a Estambul con mi mujer y mis hijos. En cuanto mi esposa vio aquel destrozo me reprochó duramente andar por el mundo con el cerebro desconectado.

Guillermo, mi hijo mayor, nos había preparado un concienzudo y afinado “programa Estambul” insuperable para no perderse nada, alojados próximos a una parada del tranvía de la línea 1, un medio de transporte rápido y seguro –de fabricación española, por cierto– que te lleva, por un par de liras, casi a la puerta de todo lo que vale la pena visitar y disfrutar en esta espléndida ciudad. Gente sencilla y educada estos turcos: en el tranvía siempre había alguien –jóvenes generalmente– que nos cedían el asiento a los mayores. En España, la [mala] educación moderna ni considera esta posibilidad. Tal vez porque no me ven tan mayor, así que no se si reprochar o agradecer el detalle.

simplegadesDurante el crucero por el Bósforo evoqué el empeño de Jasón y sus argonautas por evitar que las simplégades destrozaran su navío… como mi pomada regeneradora que, tres semanas después, batalla aún por restablecer la piel arrasada por el remedio Nelson que –no hay regla sin excepción– esta vez no funcionó.

Estambul y Jasón se merecen mucho más que esta breve referencia. Pónganle un “continuará”.

 


IMÁGENES: Arriba, estación de servicio en Van Zylsrus. Centro, picudo parecido al mutu-mutu, de quien no encontré ninguna imagen. Abajo, Argo, el navío de Jasón, aproximándose a las simplégades o rocas vagabundas que entrechocaban aleatoriamente. Lord Byron se refiere a ellas en las estrofas finales de Childe Harold's Pilgrimage.

12 may 2012

Dioses de África

La mitología africana abarca un área inmensa. Existen tantos países, regiones, idiomas, tribus, culturas e imperialismos todo terreno que la enorme y abrumadora diversidad de dioses predominantes los haría inalcanzables de no existir algunos “atajos” de comunicación en forma de intermediarios de dudosa eficacia.

Tradicionalmente, la mayoría de la población africana es monoteísta. Pueden convivir juntos infinidad de espíritus, visiones, fantasmas, aparecidos, duendes, espectros y antepasados flotando por ahí, pero se acepta la existencia de un solo dios, único y, sobre todo, creador. Los primeros misioneros nunca entendieron esta teogonía vital y así, equivocadamente, crearon un amplio catálogo de dioses que en realidad no lo eran.

diosa 2Los verdaderos dioses africanos siguen variados patrones y revelan personalidades muy distintas: algunos de ellos se muestran francamente insatisfechos con sus creaciones, mientras que otros se desentienden del dolor humano y evitan relacionarse con los hombres. En general, los dioses africanos no desean que se les moleste. Consideran que los hombres deberían conformarse con su suerte y aprender a resolver las dificultades con sus propios medios y habilidades.

La comunicación del dios con su creación está llena de problemas. Los intentos de recuperar el contacto mediante la construcción de una escalera celestial constituye la trama de muchas leyendas en este continente. Mientras el creador se eterniza en su gloria tocándose la barriga, los espíritus ancestrales participan activamente en la vida terrenal, especialmente en asuntos prácticos relacionados con la caza, el sexo, el agua, el clima y otros temas de interés. Con frecuencia, el dios creador utiliza “mensajeros” poco fiables como, por ejemplo, algunos animales domésticos. Los resultados suelen ser decepcionantes cuando no equivocados, y las consecuencias desastrosas.

De entre casi un centenar de dioses africanos que he logrado “identificar” dejo aquí media docena, sin que el orden implique prelación alguna.

shangoSANGO: Dios del trueno y la tormenta. Umvelinqangi para los zulúes en Sudáfrica. Después de una gloriosa carrera como héroe yoruba, ahora tiene cuatro esposas y se dedica a lanzar rayos a la tierra y a tocar el tambor entre las nubes. En España tenemos a Manolo el del bombo para funciones afines.

BUMBA: Es el dios del vómito. Creó el mundo vomitando primero el sol y luego la luna. Más tarde, regurgitó 49 animales, un surtido de hombres en distintas tallas y colores –solo uno blanco como él– y un montón de zanahorias cortadas en dados. Aún no se había inventado la sal de frutas: de ahí su malestar estomacal.

ELEGUA: Protector de las encrucijadas de la vida. Cuando hay que tomar decisiones importantes, ofrece alternativas y, con un poco de suerte, hasta una segunda oportunidad. La pareja Elegua - Eshu representa el constante vínculo entre lo positivo y lo negativo, porque todo cambio exige una crisis y no hay quietud sin sosiego. Le gusta el tabaco y el ron de caña. En Paraguay o en la República Dominicana hubiera sido feliz.

eshuESHU: Tremendamente popular. Es el responsable de las desgracias que acaecen en nuestras vidas. Cuando un hogar está protegido denota la presencia de Elegua y cuando hay problemas es que ha entrado Eshu. Dirige el tráfico por los caminos de nuestra existencia, las comunicaciones y la mensajería instantánea. Un dios perfecto para la era de internet.

OBATALA: Dueño de la plata y los metales blancos, tiene una corona con dieciséis plumas de loro. Bebedor empedernido de vino de palma, borrachín y desordenado. Otro dios de mayor rango castigó sus vicios imponiéndole la tarea de crear a los humanos. Así nos va con semejante artesano.

ABASSI: A sugerencia de su esposa, modeló el hombre y la mujer y, algo nervioso por el resultado, los escondió en la selva. La pareja pronto descubrió el sexo, creando un grave problema de superpoblación y escasez de alimentos, para que Malthus pudiera enunciar, años después, su famosa teoría demográfica.

Casi todos los dioses se atribuyen la creación de la humanidad. Visto lo visto, no creo que puedan dormir tranquilos.



IMÁGENES: Arriba, una bella alegoría de diosa-mujer. Centro, Sango. Abajo, Eshu.