18 ago 2012

Baobabs

“Las semillas duermen en el secreto de la tierra hasta que una de ellas decide despertar y comienza a empujar hacia el sol una ramita inofensiva. Pero hay semillas terribles en el pequeño planeta de El principito. Son las semillas de los baobabs. El suelo está infestado y si no se arrancan a tiempo, lo perforan con sus raíces, invaden todo el planeta y lo hacen estallar”.

Baobab1Más allá de los peligros descritos en el delicioso relato de Saint-Exupéry, los baobabs están en el origen de numerosas leyendas arraigadas en la memoria de África. Una de ellas relata cómo, en los primeros días de la creación, Dios repartió semillas entre todos los animales para que las sembraran. Las del baobab se las dio a la hiena quien, enojada por haberlas recibido en último lugar, decidió plantarlas al revés. Esto explica la extraña impresión que producen estos árboles, como si sus raíces estuvieran en el aire.

Cuentan que el baobab era uno de los árboles más bellos del continente africano, admirado por su tupido follaje y hermosas flores. Su vanidad creció tanto que los dioses lo castigaron, enterrando sus ramas y dejando a la vista sus raíces. Ramas o raíces, la imaginación indujo a afirmar que son los brazos de antiguos guerreros enterrados en la sabana, que luchan por salir y volver a la batalla.

baobab2Se dice que, si una persona bebe agua en la que se han mojado semillas de baobab, quedará protegida del ataque de los cocodrilos. Pero morirá devorada por un león si osa arrancar una sola de sus flores, grandes y blancas, de una noche, que se abren en el crepúsculo y se marchitan en el transcurso del día siguiente.

Los baobabs crecen en zonas semiáridas, desde el Sáhara hasta Sudáfrica. Son longevos y existen ejemplares datados con una edad del orden de los 4.000 años. Un baobab alcanza hasta 25 metros de altura, con un perímetro de tronco de entre 10 y 40 metros. Ahuecados de forma natural por el paso del tiempo, pueden almacenar más de 100.000 litros de agua y alguna vez sirvieron de cárcel, granero, establo, casa, capilla o sala de reunión.

Algunos han exagerado sus dimensiones. Cuentan que existe un ejemplar tan inmenso que en su interior aloja una estación de autobuses. Otro baobab, situado a 500km de Johannesburgo, cobija una cantina donde pueden llegar a reunirse hasta 50 individuos.

baobab-bar-musinaParecidos a una sandía pequeña, los frutos de este árbol de la vida para los africanos son ricos en fibra, vitamina C, calcio, potasio y azúcar, pueden ser consumidos como pasta y de ellos se obtiene una refrescante bebida. Con sus hojas se prepara una deliciosa sopa y con su corteza se fabrican fuertes cuerdas usadas por las tribus locales.

“Una manada de elefantes no acabaría con un solo baobab”, asegura el principito. Sin embargo podrían hacerlo algunas transnacionales interesadas en comercializar alimentos, cosméticos y activos químicos obtenidos a partir de sus frutos y semillas. Varias organizaciones ecologistas están ya en la tarea de detener la progresiva desaparición de estos árboles excepcionales.

¡Ojalá lo consigan!

 


IMÁGENES: Arriba, el planeta de “El principito” invadido por los baobabs. Centro, baobabs en Madagascar. Abajo, espectacular tronco de baobab convertido en cantina.

4 ago 2012

El Guernica de Keiskamma

Estamos en la antigua patria Ciskei de los sesenta, en uno de los dos bantustanes o territorios autónomos asignados por las autoridades sudafricanas para recluir en ellos a los hablantes del idioma xhosa.

Los niños mueren porque el sistema de salud no puede proporcionarles los cuidados necesarios, las personas mayores enferman de afecciones comunes y los hospitales frecuentemente se quedan sin medicamentos. El desempleo afecta a la mayoría de la población, las escuelas son una pura ruina y los alimentos escasean.

Después llegó el sida, erosionando aún más la esperanza y la fuerza de una población devastada ya por la pobreza y los abusos del régimen del apartheid. En la década de 1990, mientras la enfermedad se propagaba por todo el país, el gobierno rehusó reconocer la pandemia, y cuando el número de infectados se hizo evidente, negó durante años el tratamiento necesario para sobrevivir. Posteriormente, Ciskei fue reincorporado a Sudáfrica como parte de la provincia del Eastern Cape, pero la situación no mejoró.

La fundación Keiskamma trabaja desde hace 10 años en este entorno, desarrollando proyectos de arte y salud. Ahora, una exposición itinerante nos cuenta la historia del dolor y el valor de gentes ignoradas por los poderosos que, mientras lloran a sus muertos, luchan a diario contra viento y marea por sobrevivir con dignidad.

picasso_guernicaEl elemento principal de la exposición es el Guernica de Keiskamma, un tapiz inspirado en la pintura homónima de Picasso (arriba), una de las obras de arte más importantes del siglo XX que refleja el espanto del bombardeo de un pequeño pueblo en el norte de España. Las bombas cayeron en un día de mercado, cuando el centro de Guernica estaba lleno de mujeres y niños de las zonas rurales de alrededor. El cuadro del pintor malagueño es una denuncia de los momentos y lugares en los que los gobiernos, solo interesados en sus propias agendas, sacrifican sin piedad ni compasión a los más vulnerables.

A diferencia del Guernica original, el de Keiskamma (abajo) no representa el horror de un hecho concreto sino la lenta descomposición del tejido social de una comunidad. Cada día se pierde un hilo y, de pronto, una generación entera ha desaparecido. Cada día aparecen más y más estragos que no pueden repararse con los medios disponibles. Mientras ricos y privilegiados construyen una sociedad a su medida, el mundo rural se llena de innumerables tumbas. Los que sufren no gritan como en la escena del bombardeo. Los pueblos del Eastern Cape lloran, rezan, se aferran a la vida y pelean sin desmayo contra la despiadada enfermedad. Un millar de personas mueren a diario en Sudáfrica a causa del sida y la indiferencia.

dsc_9125-editEl Guernica de Keiskamma tiene el mismo tamaño que el original de Picasso: 3,5 metros de altura y 7,8 de ancho, empleando igualmente colores sombríos. Sin embargo, mientras Picasso utiliza negros y grises para reflejar la catástrofe, el fondo gris-marrón del Keiskamma muestra los colores de las faldas tradicionalmente confeccionadas a mano por las mujeres xhosa y de las mantas de los pacientes muertos en los centros de tratamiento de la fundación.

Vivir, a veces, es solo cuestión de suerte.

 


IMÁGENES: Arriba, niños participantes en un programa de educación en el área de South Peddie. Centro, el Guernica de Picasso. Abajo, el Guernica de Keiskamma, diseño y creación de Carol Hofmeyr con numerosos ayudantes y el grupo de artesanos del Proyecto de Arte Keiskamma.