17 sept 2011

Johannesburgo

“Una ciudad arrebatada a los blancos
por el orgullo de los negros.” (Javier Reverte)

Johannesburg-cityEl airbús de Iberia se toma sus buenas diez horas desde Madrid para llegar a Jo’burg, nombre coloquial de la capital de la provincia de Guateng, que en lengua tswana –una de las once lenguas oficiales de Sudáfrica– significa “país del oro”. Así fue por obra y gracia de un emigrante australiano que, en el lejano 1886, decidió plantar un arbolito en su jardín para que le diera sombra a su esposa mientras le repasaba sus calzones de agricultor, sentada en una silla de anea.

No sabremos nunca si aquel buen hombre se hubiera atrevido a abrir el hoyo de haber imaginado las consecuencias que su primer golpe de pico iba a suponer para el futuro de millones de personas. El caso es que, ante sus asombrados ojos, apareció el filón de oro más gigantesco que se hubiera descubierto jamás.

La noticia corrió como la pólvora y, en muy poco tiempo, miles de buscadores de oro se precipitaron sobre el lugar. Se formó un inmenso campo de tiendas de campaña y precarias construcciones que bautizaron con el nombre de Johannesburg, en consideración a los dos inspectores de minas, Johann Rissik y Johannes Joubert, que el gobierno inglés envió para poner orden en aquella locura.

Muy pronto, las colosales fortunas acumulas originaron un imparable proceso de urbanización. El Jo’burg de hoy es la ciudad de los superlativos: la más rica de África, la que tiene más piscinas y los rascacielos más altos del continente. Pero no es oro todo lo que reluce: también las mayores disparidades sociales y una de las tasas de criminalidad más elevadas del mundo.

El resultado de todo ello es una desestructuración abrumadora y una atmósfera paranoica sin igual. En una misma calle es posible cambiar totalmente de mundo y cruzando dos o tres, se muda de universo social y cultural. Jo’burg es una ciudad extensa, muy extensa, con barrios cruzados por autopistas y vías rápidas que permiten moverse por toda la ciudad sin necesidad de poner los pies en los más peligrosos. Algunas calles discurren sobre los terrenos de antiguas minas abandonadas, amarillentas colinas de aspecto lunar.

cabernet-sauvignonObviamente, existen barrios interesantes y seguros, con cierta vida cultural y restaurantes donde se come medio bien –nada del otro mundo- y se beben los aceptables caldos del país.

La cultura vinícola fue aportada por los hugonotes, protestantes franceses que, huyendo de la persecución religiosa en su país, desembarcaron en El Cabo durante la segunda mitad del siglo XVII.

Más tarde se hicieron exportadores del Groot Constantia, el vino elegido por Napoleón para hacer más llevadero su destierro en Santa Elena.

 


IMÁGENES: Arriba, Johannesburgo desde lo alto del Carlton Centre, el “Top África” de 50 pisos, el rascacielos más alto del continente durante 38 años. Abajo, etiqueta de un cabernet sauvignon sudafricano.

3 sept 2011

Hasta la vista, Europa

Concierto año nuevoSabe amargo el adiós a las cosas queridas. Me despedí de mi Europa seductora de la mejor manera posible: escuchando un inolvidable concierto en la mismísima Sala Dorada de la Musikverein de Viena, allá donde, cada primero de enero, la Orquesta Filarmónica de la capital austriaca, de la mano de prodigiosas batutas, nos emociona –siquiera por televisión– con magistrales interpretaciones de las obras de Strauss padre e hijo.

Esta vez, en directo y sin la crueldad del invierno, tuve el inmenso placer –la culminación de un sueño– de disfrutar de tan excepcional escenario y de la Viener Mozart Orchester, que nos cautivó con una selección de obras del genial compositor austriaco. La música de los Strauss –broche de oro– se materializó en el evocador vals del Danubio Azul y la apoteosis final de la Marcha Radetzky, propina del director como en las mañanas doradas y frías de cada año nuevo.

Y yo, feliz mortal, sin perderme una sola nota desde un palco que imaginé ocupado un día por Berlusconi o por un magnate de la industria o un editor del play boy o un sátrapa marrullero del este o del oeste a quien no le dolieran prendas desembolsar a tocateja los 7.000 euros por barba o sin ella que cuesta escuchar, con suerte, el Concierto de Año Nuevo, aposentando su orondo trasero en una silla tapizada de paño rojo y proletario. Como la mía .

SchnitzelLa cocina austriaca, sin embargo, no es tan delicada como su música. El plato más popular, el wiener schnitzel, no es más que un ramplón filete empanado de pechuga de pollo que suele servirse con patatas cocidas. Eso sí, con una historia no tan vulgar.

Los venecianos del siglo XV mostraban su riqueza poniendo pan de oro sobre la comida. Cuando las autoridades italianas prohibieron esta práctica, el oro fue sustituido por pan rallado, mucho más prosaico y bastante menos espectacular. Se dice que el mariscal de campo Radetzki –el de la marcha– tras vencer a los rebeldes en Milán en 1857, tomó como botín esta receta, llevándola a Austria y convirtiéndola en el buque insignia de la identidad gastronómica del país.

Wiener_RiesenradCon todo, cenar un schnitzel al final del día en el Prater -el gran parque público de Viena- junto a la Riesenrad, tiene su encanto. Fue construida a finales del XIX, y sobre ella se desarrolló y filmó el diálogo de la noria en la magistral película de Carol Reed El tercer hombre.

“La barquilla se balancea y se queda inmóvil en el punto más alto de la curva. Harry (Orson Welles) se vuelve de espaldas y mira por la ventana. Martins (Joseph Cotten) está pensando que, con un buen empujón, podría romper el cristal. Harry señala a la gente, que parecen moscas negras moviéndose a los pies de la noria.”

“Harry: ¿De verdad sentirías compasión por alguno de esos puntitos si dejara de moverse para siempre?... Si te ofreciera veinte mil libras por cada puntito que se parara ¿me dirías que me guardase mi dinero o empezarías a calcular cuántos puntitos negros podrías permitirte dejar con vida?...
Martins: Me gustaría tirarte por la ventana de un empujón.
Harry: No sería fácil. Llevo pistola. Nadie buscaría una herida de bala en tu cuerpo si te estrellaras ahí abajo.”

Perdonen que termine aquí. Se me está enfriando el schnitzel.

 


IMÁGENES: Arriba, la Sala Dorada durante un concierto de año nuevo en Viena. En el centro, “schnitzel” con patatas asadas. Abajo, la “Riesenrad”, considerada la noria más alta del mundo hasta 1985, en que la Technocosmos (ahora demolida) fuera levantada en Tsukuba, Japón.

Aquí dejo un fragmento de la banda sonora de “El tercer hombre” en una versión que no está nada mal. Para que funcione, click sobre la flecha.