7 ene 2012

Manlik

La reserva amanece hoy extraña, bajo una intensa lluvia de verano austral. Los matorrales de ramas retorcidas de mi mustia llegada, miembros artríticos sin agua ni color, pastos raídos, se asoman esta mañana, verdes, húmedos y sonoros, a la luz recién estrenada que lucha por abrirse paso en el cielo plomizo del Makalali. El milagro de un nuevo día, una vez más.

Hoy no vendrá con esta lluvia. Tiene una piel tersa y suave que me deja acariciar como disfrutando del inusual afecto. Sus ojos claros e inteligentes, astutos, de felino salvaje, te miran –o tal vez te admiran– con un destilado de nobleza y lealtad. Llueve con fuerza. Hoy no vendrá.

Abro la puerta sin convicción. Me sorprende verle ahí fuera, fiel a la cita, empapado y chorreando. Tengo que hacerle un gesto con la mano para que se atreva a entrar. Comienzo a secarle con mi toalla naranja y me agradece el detalle en el idioma sincero de su mirada.

ManlikSe llama Manlik, que en afrikáans significa “macho”. Es un joven guepardo de silueta estilizada, patas interminables –el más rápido corredor del planeta–, cabeza pequeña y cuello fino. Su historia no difiere mucho de la de otros animales en rehabilitación: un ranger lo encontró malherido, lo trajo al centro y el veterinario lo recuperó. Ahora vive en semi-libertad. Desaparece cuando quiere, pero siempre vuelve. No falta nunca para el desayuno.

Mi habitación es una suerte de multiusos que he ido acomodando con un par de mamparas y una mano de pintura para que me sirva de dormitorio con baño incluido y lugar de trabajo. El cuadro se completa con una cafetera eléctrica –todo un lujo acá– y una pequeña alacena, bajo llave, a salvo de los monos, donde guardo algunas provisiones para el desayuno. Almuerzo y cena, los comparto con los rangers.

Una mañana, Manlik se coló atraído –digo yo– por el aroma del café o, simplemente, porque estaba la puerta abierta. El caso es que se sentó, arrogante, sobre sus patas traseras, a mi izquierda, mirándome con los ojos más inteligentes que he visto jamás, mientras yo satisfacía mi gula con un par de galletas oreo, de esas recubiertas de chocolate, que suelo comprar en el Spar de Hoedspruit para endulzar el desayuno. Le acerqué una a la boca con el temor de que desaparecieran a la vez, en el mismo bocado, la galleta y mi mano. No fue así. El animalito –aún no le había puesto nombre– tomó la galleta con mucho cuidado, debió parecerle una deliciosa golosina y me dedicó una franca mirada como de complicidad y agradecimiento. Luego me lamió la mano, tal vez en busca de algún residuo de chocolate o como para reiterarme su gratitud.

cheetah6Desde aquel día, la escena se repite cada mañana. Se sienta, sosegado y seguro, a esperar que yo comience a desayunar, se zampa despacio las dos galletitas, saboreándolas, y se queda un rato conmigo, tumbado a mi lado. A veces se duerme unos minutos, bosteza un par de veces, se estira y se va, no sin echarme antes una última ojeada, como para asegurarse de que sigo ahí.

No sé qué pensará él pero, para mí, Manlik es ya uno de mis más nobles y leales amigos. Algo interesado, sí, pero mucho menos que la mayoría de los homo –et mulierem– sapiens, ordinarios, petimetres, cretinos, maleducados, mediocres e hijos de puta que, con algunas variantes y excepciones, conforman nuestra sociedad.

Cuando tenga que volver a ella, te echaré de menos –te extrañaré–, Manlik.

 


IMÁGENES: Arriba, Manlik por la mañana caminando por la pista. Abajo, esperando la hora del desayuno.

Contrariamente al león o al leopardo, el guepardo es fácil de domesticar. Akbar el Grande, emperador mogol de la India, los utilizaba para cazar. Todo un espectáculo verlo correr a casi 100 km/hora.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Un hermoso regalo de reyes.
Gracias FG!

Anónimo dijo...

Yo creia que los guepardos no se domesticaban

Oscar dijo...

Te envidio "sanamente", Felix!!, que bello felino Manlik, y que lindo tenerlo al lado y darle unas galletas!!, desde pequeño me gustan los getpardos, pumas patagonicos y los linces!!
Un abrazo!!
Oscar

José Pedro dijo...

Querido Félix: No tengo idea cómo puede ser África y menos Makalali, pero hoy pude sentir con bastante cercanía, creo, el amanecer allí y tu desayuno junto con Manlik.
Un abrazo

Pascale Lora dijo...

Quiero uno para Reyes!!!!!

Olga Dios dijo...

Hermoso¡¡¡¡

charles schwanke dijo...

Felix, muito bom teu texto a respeito do local onde vives hoje. Abraços. Charles Schwanke

Diana Carolina dijo...

Ayer leí tu cuaderno desde África, buenísima la historia de Manlik. Escribes espectacular, al leer me transportaba y me imaginaba al guepardo comiendo y relamiendo las oreo.

Gloria dijo...

Buen inicio de año, Felix!!!! Que estés bien. Qué envidia sana tengo contigo, en esos lares tan tocados por la mano de Dios!!! De verdad, sin desperdicio, tus comentarios y descripciones te trasladan in situ!! Cariños, saludos, abrazos!!!

Laura Santander dijo...

Que bella experiencia!!! gracias por compartirla con nosotros Félix, es siempre grato leerte!.

Enrique Rodolfo dijo...

Muy bueno. Me gustó. Gracias.
E.R.O.

AOC dijo...

Llego a tu blog, a través de las recomendaciones de un amigo, y compañero tuyo en cuestiones de gimnasio. Me sumo, en silencio, a tu lectura, y te dejo el link de mio; algo abandonado en aportaciones, ya sabes, esperando que las musas tengan a bien visitarme de nuevo :)

Un saludo desde las montañas.

http://paseandoporlosvallesdelaluna.blogspot.com/

Anónimo dijo...

Gracias Felix.
Por tú aportacion para que entendemos mas y mejor el mundo que nos rodea,para bien y para mal.
Un abrazo
Alemaño

Diego dijo...

Te he mandado un comentario, creo (sólo decía "muy chulo!"), pero ha emepezado que si regístrate aquí, que si dame tu passwd de google... Así que no he acabado el proceso. Pero eso, muy maja, ésta.